Cursos de verano

El mito nos dice que la escultura fue un do divino que nos llegó a los hombres de la mi de la Musa Polímnia, de tal manera que cuando le hacemos honor, cuando hacemos uso de esta concesión, cuando tocamos el barro, la madera, el mármol, la piedra, o cualquier otro material con el que poder construir, de hecho estamos entrando en territorio sagrado, en el dominio de los dioses, y somos invitados a hacerlo con el respeto que se procede.

Desde la oscuridad de los tiempos más antiguos, los hombres y las mujeres han intentado reeditar el acto sagrado de la producción de vida, han intentado reproducir todo aquello que se vive y nos rodea.

La escultura nos ha ofrecido esta oportunidad. Pero *como no podía ser de otra manera el intento de esta representación nunca ha estado fácil. Ha pedido un largo proceso de aprendizaje y práctica, un caer en el error una y otra vez y, a pesar de esto, perseverar en la busca de la forma bella. Este solo quiere ser un curso de introducción a la escultura, un intento de acercamiento a su complejidad y misterio, con la esperanza de que pueda animar a quién sea movido por el interés a seguir e ir más allá. Nadie puede esperar de esta introducción lograr un nivel de aprendizaje artístico suficiente relativo a la escultura, pero quizás sí abrir una puerta a un camino largo lleno de posibilidades. Si lo conseguimos, este curso habrá logrado su objetivo.

El tipo de escultura que haremos será fundamentalmente figurativo, sin renunciar a las configuraciones abstractas que se avengan. Nos guiaremos por los métodos de trabajo que a partir del siglo XIX ha marcado la trayectoria del trabajo figurativo hasta ahora mismo. Trabajaremos sobre el material primero, el barro, la materia que según dicen los mitos fue empleada para hacer el hombre. Y como las manos pintadas a la pared que encontramos en las primeras muestras de representación de los humanos a las cuevas de todas partes, intentaremos representar el rostro y quizás el torso de la conformación que nos es propia.

El resultado de este trabajo será horneado y cocido y, a posteriori, con la técnica propia del *Raku le procuraremos una pátina adecuada. El objetivo último de este curso de introducción será el de entrenar nuestra mirada para hacerla bastante rigurosa en el acercamiento a nuestro objeto de estudio y práctica. A la observación más precisa, añadiremos la práctica del dibujo sobre la propia materia, que ahora ya no será el apoyo del papel o la tela, sino el del barro mismo.

No obstante, potenciaremos la práctica del dibujo sobre los apoyos clásicos. Atendido el ámbito limitado por el tiempo, nos iniciaremos -insistimos, será solo una iniciación- en los procesos de construcción del retrato y de algunos aspectos de la figura humana